Con la música en la sangre Julia Gorosito decidió, dejando de lado la necesidad adolescente de diferenciarse de sus mayores, que lo suyo era eso que amaban sus padres y que era una constante en su casa, y a partir de la necesidad de sentirse auténtica y dejarse llevar por algo que resonaba en su interior desde muy chiquita, la música pasó a ser lo que da forma a sus días.
Primero como un juego -sus muñecas bailaban al son del jazz que ella entonaba-, luego en un taller musical y finalmente en la Escuela Popular de Música, se fue formando en la música y la interpretación.
Frente a la necesidad de no ser etiquetada como la hija de -su madre es la cantante Laura Hatton y su padre el guitarrista Rodolfo Gorosito- inicialmente busca otros horizontes llevando sus pasos hacia la carrera de letras para finalmente abandonarla y dejar de luchar contra aquello que era -y es- su verdadera vocación y su pasión: cantar.
Luego de dejar la carrera de letras, Gorosito siguió estudiando idiomas. Hice completo el laboratorio de inglés, después hice algo de francés, de portugués. Siempre estuve muy interesada en eso, quizás tiene que ver con la sonoridad de las lenguas que era como música sin serlo, sostiene.
El manejo de otros idiomas es una de las herramientas que utiliza a la hora de interpretar ya que, como contará más adelante durante esta charla, no le gusta cantar por fonética. Cada actividad, cada aprendizaje le permiten re acercarse al canto de la manera que ella busca, con la más alta calidad posible respetando su autoexigencia que no la abandona en ningún momento.
En esa búsqueda de la sonoridad de la que hablábamos en el párrafo anterior y a la hora de elegir qué temas cantar y llevar al escenario a un disco, la composición no es algo que la seduzca. No compongo -recalca Julia. Alguna vez compuse alguna melodía, pero al no tocar un instrumento melódico, se me complica. Además, habiendo tanta música no veo la necesidad de componer temas parecidos que no aportan en nada.
Es polémico lo que voy a decir porque va en contra de la tendencia que prima desde el romanticismo del genio creador y de que una obra de arte es única, que procede del interior y que es la expresión del artista, pero para mí toda la música que está escrita está muerta si no es interpretada.
Frente a esto prefiere darle a lo ya compuesto una impronta original o jugar con un arreglo escrito por gente especializada, aquel que conozca las tesituras de los instrumentos, las variantes tímbricas, arreglos rítmicos y distintas orquestaciones. La verdad es que prefiero interpretar, sostiene.
Si hablamos de interpretar, Julia Gorosito se mueve como pez en el agua en los tres géneros con los que se crió: tango, jazz y folklore.
Me siento identificada con cualquiera de los tres -nos dice-, si siento que le aporto mi swing y que conozco el lenguaje del estilo que estoy cantando. Tengo que saber hasta la última coma de lo que estoy diciendo, no me gusta cantar por fonética así que por ejemplo en ruso no cantaría, excepto que aprendiera ruso. Me siento en “mi salsa” cuando siento que los músicos entienden de la misma manera que yo esa canción y vamos todos para el mismo lado y estamos tocando juntos, en vez de cada uno por su lado tocando el mismo tema.
Y reuniendo todos los elementos a los que hace referencia, hoy se encuentra haciendo frente a la grabación de su primer disco de tango como solista, lo que la lleva a sumergirse en un proceso que, al ser autogestivo e independiente tiene sus bemoles y también sus inmensas alegrías.
Como toda producción independiente y a pulmón depende de los tiempos de los trabajos de todos los que están grabando, el mío incluido, y además de lo que uno pueda aportar económicamente ya que nada es gratis si uno lo quiere hacer de verdad.
Y entre tanto esfuerzo la magia sucede y llega la compensación: cuando el ingeniero de audio masteriza es una cosa impresionante porque hace aparecer cosas que estaban ahí pero en distintos planos y la verdad es que es apasionante compartir y dar la opinión y uno aprende muchísimo en ese momento.
- Contanos de Jazzil -espectáculo que lleva adelante junto a Laura Hatton en elciclo Brasil de Notorius-. ¿Cómo surge la idea de este espectáculo?
- La idea del espectáculo surgió en la tensión entre el deseo y la realidad, de lo que uno quiere hacer y en qué espacios esa música se puede ejecutar. En los clubes de jazz existe el hábito de tocar por ejemplo un día Brasil, es un espacio ya establecido y es lindo tocar para la gente, con la gente, y lo que te devuelve es un diálogo, si no está es como que uno está hablando sólo, y no hay tanto regocijo ahí.
Entonces tuvimos la idea de varias canciones de las que nos habíamos enamorado y tomar el arreglo tal cual como estaba en alguna versión, por ejemplo como en Tarde em Itapuã, que fue una canción bastante conocida sobre todo en Brasil, tomamos la versión de Gilberto Gil y Toquinho, es ese arreglo deconstruido porque somos tres quienes lo interpretamos.
- ¿Por qué unir dos estilos musicales aparentemente tan diferentes como la música brasilera y el jazz en un mismo escenario?
- Me gusta el adverbio “aparentemente” porque en realidad no son tan diferentes.
Lo que nos ha llegado en general a nosotros, y a cualquiera, por fuera de Brasil -incluso si uno tiene contacto con la música en general y con los distintos estilos-tiene bastante que ver con el jazz.
Toda la música brasilera, el bossa nova por ejemplo que es lo primero que al ciudadano promedio se le viene a la cabeza cuando se le dice música del Brasil, en realidad es un híbrido que tiene que ver con la música popular brasileña, que son otros géneros: la valsa, que es como el vals de acá, y el samba, que nada tiene que ver con la zamba de acá, pero si se parecen en que son expresiones autóctonas y totalmente folklóricas de un territorio, son expresiones tan autóctonas como la geografía de un lugar determinado.
Lo que a nosotros nos llega tiene más que ver con un híbrido filtrado por el jazz, que tiene que ver con Tom Jobin y de Jobin en adelante. Cualquier estilo puede tener un tratamiento.
Antes tomé para desarrollar la idea la palabra “aparentemente” porque es ilusoria la diferencia entre los dos estilos, y ahora voy a tomar la del núcleo tratamiento: uno le puede hacer un tratamiento de jazz casi a cualquier género.
Esto sería rearmonizar la partitura o los acordes de las funciones básicas. Si uno agrega notas y cambia las funciones de esos acordes por otros acordes más ricos, que aportan cosas, sonoridades y además de las funciones cierto timbre, cierto color en la instrumentación, suena a jazz.
El jazz es eso: el lugar en el que hay mucha improvisación, acordes cargados, armonías ricas, se pasa por las tensiones, las notas que no son las más comunes, las que pide el oído. Entonces este Brasil, ya pasado por el jazz, es el Brasil que a alguien que no es de allá se le viene a la cabeza.
Ese Brasil es el que traen a Buenos Aires Julia Gorosito en voz, Laura Hatton en flauta y voz, Rodolfo Gorosito en guitarra, Eduardo Muñoz en bajo y Ezequiel “chino” Piazza en batería en “Jazzil”, un espectáculo con canciones entrañables que dan rienda suelta al diálogo musical, un espacio donde el tiempo queda suspendido de la mano de la música que se hace eco en un auditorio cálido y agradable.