La ironía. Mientras Barack Obama era presidente durante dos años consecutivos no hubo artistas afroamericanos nominados al Oscar. Se habló mucho tiempo del Hollywood “demasiado blanco” y de la política hipócrita y conservadora de la Academia.
Ahora, con el gobierno de ultraderecha y conservador del multimillonario Donald Trump, las reglas conservadoras comienzan a darse vuelta, y mucho se debate acerca de una actitud conciliadora de la Academia con las mal llamadas minorías de la industria y la corrección política contra los valores artísticos de las obras per sé. ¿Cuánto se premia a una película por el mensaje que se quiere generar o brindar al pueblo, y cuanto por sus valores cinematográficos?
Este año el racismo perdió la batalla desde el comienzo mismo. El premio –merecido- a Luz de Luna, obra que hace énfasis en el bulling, la discriminación racial, sexual y social desde una óptica dura, pero que no deja de ser esperanzadora y romántica le robó los principales premios a La La Land, en una ceremonia que quedará marcada por la torpeza que cometieron Warren Beatty y Faye Dunaway –aunque ellos no tuvieron la culpa- cuando erraron el nombre de la película ganadora.
Paralelamente a este hecho, en Estados Unidos se estrenó la ópera prima como director del comediante Jordan Peele, ¡Huye! una sátira bastante original sobre los parámetros del cine de horror convencional con momentos muy inspirados que exhibe que el verdadero terror siguen siendo las normas conservadoras del sur estadounidense.
Amada por la crítica y el público por romper dogmas del género y criticar con inteligencia los dogmas de la clase burguesa, no termina por ser una obra maestra cuyo simbolismo es más interesante que la propuesta.
El racismo en los estados del Sur, también es la principal temática de Mudbound de la directora Dee Rees y una fuerte candidata para la temporada de premios.
Y justamente fueron las mujeres quiénes más se destacaron como realizadoras. Por un lado Kathryn Bigelow, la única directora ganadora del Oscar, tomo protagonismo con Detroit, acerca de los disturbios entre la policía y la población de zonas humildes en 1967. Si bien el film no tuvo suficiente repercusión y está quedando relegado de la carrera del Oscar, el regreso de Bigelow siempre vale ser mencionado. Por otro lado, Patty Jenkins no solamente se convierte en la primera mujer en dirigir una adaptación de un cómic de super héroes, sino que además fue la primera en hacer una película que supere los 100 millones dólares de recaudación. Mujer maravilla, protagonizada por la israelita Gal Gadot fue el film que le brindó un poco de aire a Warner Brothers y DC Cómics. Una historia perfectamente narrada. sin altibajos, aunque con varios lugares comunes. Igual, el público y la crítica fueron satisfechas.
Y aunque el carisma de Gadot lo puede todo, no fue suficiente para levantar la puntería del malogrado Zack Snyder, que tras el fracaso de Batman Vs Superman, no supo tampoco encontrarle el rumbo –ayudado por Joss Whedon- de La liga de la justicia, uno de los fracasos –previsibles- del 2017.
La tercera gran ganadora del año, fue Greta Gerwig, actriz fetiche del cine indie que debutó como directora con Lady Bird, por la que ya ganó numerosos reconocimientos y va también por los Globos de Oro y los Oscars. Se trata de una obra seudoautobiográfica sobre una joven aspirante a actriz de un suburbio y la difícil relación con las instituciones y sus padres. La protagonista es Saoirce Ronan.
El terror y la fantasía tuvieron, aún así un gran año. Algunos tanques como Transformers, Piratas del Caribe y Rápidos y Furiosos no cumplieron con las expectativas. En cambio, producciones con perfil más bajo como El planeta de los simios: la guerra, Baby: el aprendiz del crimen, del autor británico Edgar Wright o la épica belicista de Christopher Nolan, Dunquerke fueron sorpresivos éxitos. Sin embargo, nadie esperaba al torbellino It -Eso-.
La película del argentino Andrés Muschietti con tan solo 35 millones de dólares de presupuesto rompió todos los recordas para el género y para mayores de 16 años. Aun sus deficiencias narrativa la película priorizó el caliz coming-of-age de la novela de Stephen King con un notable elenco infantil.
Y hablando de esto, octubre marcó el regreso de la serie Stranger Things de los hermanos Duffer y fue una especia de salvavidas nostálgico de la caída Netflix que este año se vio superada por las plataformas de streaming Hulu, que brindó la que muchos llaman LA serie del año, The Handmaid´s Tale con Elizabeth Moss. Otro triunfo sobre la misoginia y la discriminación sexual. Amazon también pegó buenas propuestas y Showtime le regaló a los cinéfilos 18 capítulos del regreso de Twin Peaks, de David Lynch, que enloquecieron a los fanáticos del director de Terciopelo Azul.
También hubo lugar para veteranos. Steven Spielberg hizo el film más político del año: The Post, los archivos secretos del Pentágono con Meryl Streep y Tom Hanks. Martin Scorsese no pudo brillar como hubiese deseado con su postergada Silencio, pero el mexicano Guillermo del Toro dejó bien parado al cine latino y a la fantasía con La forma del agua, por la que ganó el León de Oro en Venecia y va muy bien encaminado para el Oscar.
Pero de lo que más se hablará de lo que dejó el 2017 es del huracán Harvey Weinstein. La investigación del New York Times que desbarrancó al rey del cine independiente a causa de decenas de testimonios de abusos sexuales, salpicó a toda la industria y casi nadie se salvó. El director indie James Toback tuvo más de 300 denuncias que incluyen violaciones. El realizador de Crash, vidas cruzadas, Paul Haggis es el último involucrado. Y quizás el más perjudicado de todos fue Kevin Spacey, que debido al acoso de varios actores menores de edad, fue despedido de su serie House of Cards y de la película Todo el dinero del mundo. Ridley Scott, otro de los personajes del año, decidió a un mes del estreno del film, borrar todas sus escenas y volver a filmarlas con el actor que pretendía en un primer momento: Christopher Plummer.
El veterano director de Gladiador tuvo un año agridulce. A pesar de haber estrenado las secuelas de sus obras más trascendentes, Alien Covenant –como director- y Blade Runner 2049 –como productor- ninguna de las dos tuvieron la repercusión que se esperaba. La primera no convenció a la crítica ni a los espectadores –de hecho, porque los Aliens no son tan protagónicos como lo es Michael Fassbender interpretando dos androides- y la segunda –dirigida por el canadiense Denis Villeneuve- porque fue demasiado intelectual y extensa en duración para los estándares del cine de ciencia ficción actual.
Mientras que Marvel apuesta por el humor y la fluidez –la secuela de Guardianes de la Galaxia, así lo confirma- la esperada segunda parte del film de 1982, dirigido por Scott y protagonizado por Harrison Ford- apostó por un diseño artístico impecable, vueltas de tuerca ingeniosas y un ritmo más moroso. Aún así fue una de las imperdibles del año.
Y para finalizar, más allá del racismo, los escándalos sexuales –que incluso llegaron a Pixar destituyendo a uno de sus fundadores, John Lasseter- las batallas de la corrección política, fue Disney quién se ganó todo. En primer lugar, tres de las obras más taquilleras del año estuvieron bajo su ala: la ya mencionada Guardianes de la galaxia 2, el esperado –y discutido- Episodio VIII de Star Wars –que dividió aguas entre fans convirtiéndose en una de las obras más polémicas del año- y la transposición de La bella y la bestia, que más allá de la dulzura de Emma Watson, los colores y coreografías fue una versión cinematográficamente decepcionante, pero que rompió la taquilla a nivel mundial.
Entre los fallecidos del año, se destacaron Adam West, John Hurt, Hugh Hefner, Bill Paxton, Mary Tyler Moore, Jerry Lewis, Federico Luppi, Lito Cruz, los directores Jonathan Demme, George Romero y Tobe Hooper, entre otros.
El 2018 nos traerá seguramente mucho más diversidad y variedad de géneros. Habrá vengadores, dinosaurios, princesas chinas, viajes en el tiempo, depredadores y mucho más. Estaremos a la expectativas de las sorpresas y decepciones que están por venir.