El arte es de todos. O, al menos debería serlo. Muchos artistas se criaron en ámbitos humildes o de extrema pobreza, y encontraron en la expresión artística una herramienta de exhibir la desigualdad y la miseria social de un mundo prejuicioso. ¿Pero quiénes compran el arte, a quiénes apuntan las muestras de arte?
El snobismo y los contrastes culturales y económicos son los objetivos de esta ingeniosa nueva –y breve- obra de Gustavo Moscona – El escape, El locutorio, Tenemos que hablar con las chicas, El cementerio- que en tono de sátira, desnuda la miseria cotidiana del país.
Una galería de arte de una artista veterana es el espacio elegido esta vez por Moscona. Ahí dentro, tres jóvenes entran para robar unas cuantas pinturas con la pretensión de revenderlas, creyendo que van a lucrar con miles o millones de pesos con ellas.
La ignorancia de los jóvenes los llevan a tener un breve enfrentamiento a la hora de seleccionar las obras que se van a llevar, cuando se ven interrumpidos por la dueña de la galería, creadora de todas esas obras.
La snobista artista plástica, que también goza de un estado prácticamente tan lisérgico como los tres jóvenes, pretende dar una lección de pintura, exhibiendo sus prejuicios y usando a los intrusos como lienzo de su próxima obra.
Con ironía y oportuno sarcasmo, Moscona, sin bajar línea, crea una radiografía absurda utilizando dos lenguajes en apariencia opuestos, pero con muchas similitudes de lo que las apariencias pretenden demostrar.
La violencia cotidiana –influenciada por el uso de estupefacientes- bajo la lupa del humor y el surrealismo en un texto que muta durante sus últimos diez minutos, otorgando al espectador un sorpresivo –y necesario- giro narrativo.
Una sucesión de instantáneas demuestran que el futuro de estos personajes siempre va a estar ceñido de oscuridad. O las leyes y la sociedad cambian, o los protagonistas van a estar condenados para siempre, viviendo en un limbo multidimensional casi lynchiano.
Moscona es consciente de sus ambiciones y pretensiones y arremata con la mejor herramienta: el humor. El humor como mecanismo para reflexionar, analizar y repensar la sociedad.
Apunten al natural es el espejo de esta sociedad, sus prejuicios y limitaciones.
Una puesta minimalista adornada por hermosos cuadros de la artista Graciela Pieresko y la impresionantes interpretaciones de Nahuel Peralta, Paula Juárez Quintana, Gisela Fiordelmondo y Roxana Scheidegger –que muestran una cantidad de sutiles matices en sus personaje, exhibiendo diversos niveles de absurdo en actitud y mirada- son la perfecta combinación de un texto y una puesta que depara, en apenas media hora, numerosas sorpresas.
Apunten al natural se puede disfrutar los Domingos de Marzo y Abril a las 20 Hs. Ciclo de Teatro Canapé en La Casona Iluminada de Corrientes 1979.