Después de tanto esperar, ha llegado a los cines, La Bella y La Bestia, pero esta vez en versión de carne y hueso del clásico que cautivó/a a generaciones desde 1991.
El vestuario aquí juega un rol muy importante. No en vano, la responsabilidad del fascinante vestuario de esta súper producción estuvo a cargo de la oscarizada diseñadora Jacqueline Durran, -responsable de títulos como Macbeth o Anna Karenina-.
Durran contó con un departamento compuesto de encajeras -encajes-, modistas, joyeros, pintores y artistas textiles, quienes comenzaron a trabajar tres meses antes del rodaje.
Se trazó como objetivo diseñar y crear trajes éticos y sostenibles -o sustentables- con base de telas de comercio justo -uso de materiales orgánicos de proveedores que pagan a sus empleados un salario justo y que cuidan el medio ambiente-.
Para este importante logro, se pidió la colaboración de Eco Edad y The Green Carpet Challenge, que aportaron colorantes naturales y de impacto reducido -eliminando cuidadosamente todas las aguas residuales- que se imprimió con bloques de madera tradicionales para así crear y lograr una Moda Sustentable.
Durran lo diseñó todo, desde los trajes de campesinos y aldeanos a los sofisticados vestidos de baile que llevan las 35 debutantes en el baile del Príncipe.
Pero su mayor dificultad fue crear el vestido que porta Bella cuando baila con la Bestia en el salón de baile del castillo, el famoso vestido amarillo. Debido a la asociación icónica de dicho vestido con el personaje, el proceso de diseño fue largo y necesitó de muchas reuniones para decidir el aspecto, el color y los materiales utilizados.
Su confección implicó 500 días de trabajo, tiene 55 metros de organza muy ligera y teñida de amarillo, 914 metros de hilo ¡y 2,160 cristales de Swaroski! Con un diseño más ligero para aportar mayor libertad de movimiento y sin la necesidad de usar crinolinas, colas o vuelos ampones y estorbosos.
Las dos capas superiores se imprimieron con filigranas de pan de oro, con un motivo a juego con el suelo rococó del salón de baile, y se adornó con 2.160 cristales de Swarovski. En la historia, el armario ropero toma el dorado del techo del dormitorio de Bella y lo rocía sobre el vestido.
El vestido, que necesitó 12.000 horas para su confección y del que se hicieron múltiples copias, no llevaba corsé para facilitar los movimientos de Emma Watson, ya que esta Bella es más activa que la Bella de la película animada.
Con un diseño más ligero para aportar mayor libertad de movimiento y sin la necesidad de usar crinolinas, colas o vuelos ampones y estorbosos.
Fue un reto muy interesante. El vestido en sí es tan icónico porque forma parte de esa escena romántica de la historia. Sufrió muchos cambios pero al final decidimos que lo más importante era que el vestido bailara maravillosamente bien. Queríamos que pareciera que flotaba, que volaba, afirmó Watson.
En determinadas escenas se ve a Bella trabajando y montando a su caballo y en esas escenas lleva looks con botas en oposición a zapatos más delicados. El objetivo era potenciar la figura de Bella en la película y asegurarse que se convertíera en una auténtica jinete ecuestre. Por tal motivo, tenía que llevar un calzado adecuado y que la falda no le impidiera montar, según dejó trascender la actriz en diferentes reportajes.
Durran afirma: Tuvimos esto en cuenta cuando diseñamos todos los vestidos de Bella. No queríamos que fuera una princesa delicada sino una heroína activa, por lo que el vestido azul y el delantal que lleva al principio de la película se diseñaron con bolsillos en los podía meter un libro.
El vestuario de el Príncipe también fue complicado. Para el traje del Príncipe que lleva en la secuencia inicial de la película, Durran creó un abrigo y un chaleco adornado con miles de cristales Swarovski, que el departamento de efectos especiales escaneó posteriormente para aplicarlo en la Bestia generada por computadora.
El diseño del vestido que lleva Bella al final de la película, cuando ya ha desaparecido el hechizo, es un estampado inspirado en un delantal del siglo XVIII que Durran compró cuando era estudiante. El diseño se pintó a mano en un lienzo, se amplió y después se imprimió digitalmente. Las expectativas depositadas en todos los vestidos de Bella eran muy altas, pero al final logramos hacer unos vestidos preciosos que hacen referencia a la película animada pero que son totalmente originales, explica Durran.
La intención de Emma Watson, al abordar el personaje, fue de crear una historia real con la que las niñas pueden identificarse. Por ello, la protagonista ya no es sólo una campesina amante de los libros, sino que ahora es una inventora en busca de su libertad y su lugar en el mundo.
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