-Aviso: está nota va a contener spoilers de Logan-
En Hollywood se acostumbra a no dejar huecos. Si algo no se entiende, se explica y sobreexplica hasta que no quepan dudas. Podés aburrirte, pero no entender parte de la trama, jamás. Claro, David Lynch está fuera del cine mainstream. Por eso resulta tan extraña la saga de X-Men.
Así como George Lucas ha creado una trilogía completa para explicar sus films originales de La guerra de las galaxias, Christopher Nolan tuvo que empezar a acostumbrarse a poner a un personaje a contarle a otro de qué va lo que están haciendo porque sus guiones y vueltas de tuercas eran demasiado complicadas para un espectador medio.
Alfred Hitchcock denominaba McGuffin a aquello que le da un sentido o explicación al relato. La excusa, básicamente. Hitchcock odiaba los MacGuffins y si necesitaba uno lo hacía lo más ridículo posible para que el espectador no le preste demasiada atención. Un personaje argumentaba sobre el MacGuffin un par de minutos, y los ejecutivos de los estudios se daban por satisfechos. “Si el MacGuffin ocupa demasiado lugar, la película va a ser mala”, decía el director de Psicosis. Tiene razón.
Por esto mismo, cuando el personaje del Dr. Rice, sobre el desenlace de Logan, comienza a explicar el MacGuffin, rápidamente recibe un tiro y su discurso se ve interrumpido. Mangold deja en claro que los cómos y porqués le interesan muy poco.
Sin embargo, estos motivos podrían ayudar a terminar de construir la cronología de películas sobre X-Men. Ya sea por el poco interés que tiene el director en unir su film con las nueve entregas anteriores, o por el contrario, dejar suficientes cliffhangers para futuras secuelas, lo cierto es que casi imposible terminar de comprender que sucedió y qué no en la historia cinematográfica de los X-Men.
Aquel que leyó los cómics quizás quiera sacar sus propias conclusiones, pero lo cierto es que las adaptaciones cinematográficas siempre se permiten algunas “libertades”, por lo tanto han construido su propio universo y cronología.Además, hay que tener en cuenta un pequeño detalle. En los cómics todo el universo basado en las historias de Marvel, están relacionadas, por lo tanto, Wolverine es un personaje central de Los vengadores. Como los derechos cinematográficos están distribuidos – X-men y Los 4 fantásticos pertenecen a Fox, Spiderman a Sony, y Los vengadores paso de Paramount a Disney- hay historias que no serán tan cuál se pensó en el material original.
En la primera X-Men - Bryan Singer, 2000- se preparaba el campo de batalla entre el bando ya armado por Magneto, y el bando que está formando Charles Xavier. Dicha película muestra la incorporación de Titania –Anna Paquin- y de mítico Wolverine –interpretado por el ignoto Hugh Jackman-. Quizás no se trate de la mejor de todas, pero dejó su marca y el trabajo de Jackman llamó la atención de varios cineastas, que lo convirtieron en estrella de Hollywood.
La primera trilogía se cierra con La última batalla, en la que todos los X Men pelean entre ellos y, además, contra la humanidad. Con Brett Ratner ocupando la dirección, el film decepcionó especialmente a los fans, a los que no les gustó que Jean Grey /Fénix desintegraba a Xavier. Sin embargo, en una misteriosa escena post créditos, Xavier reencarna en un hombre en coma, lo que para muchos, era el indicio de la llegada de Apocalypse, uno de los principales villanos de la historia.
Pero no. Fox y Marvel decidieron ampliar el universo y realizaron la primera de las precuelas, dedicada exclusivamente a Wolverine. El film de 2009 no era bueno. Demasiada acción y poco contenido dramático. Demasiados personajes secundarios que cobraban extraña relevancia –allá estaba Ryan Reynolds vistiendo por primera vez a Deadpool- en una precuela mal escrita y peor dirigida.
Aunque no fue un fracaso absoluto, estuvo lejos de conformar al público, por lo que en vez de hacer la secuela inmediata decidieron crear la precuela que narra la amistad y el principio de rivalidad entre Xavier y Eric –Magneto- desde su juventud, hasta que cada uno elige un bando.
Las sobrias interpretaciones de Fassbender y McAvoy, ayudado por un buen guión y una buena dirección ayudaron a que el film sea un sorpresivo éxito de crítica y relativo éxito de taquilla. Con Matthew Vaugh supervisando la producción de las nuevas X-Men, la saga volvía a encarrilarse.
Hay que aclarar algo. A diferencia de Batman, Superman y Spiderman, X-Men prácticamente nunca cambió a sus intérpretes y si lo hizo fue justificado por el cambio generacional. Por lo tanto, todos los spinoffs están, supuestamente, relacionados. Igual, esto no explica porque el Stryker –el mayor villano de Wolverine- sea apenas un soldado en Días del futuro pasado –interpretado por Joss Helman- y un militar de carrera en la primera precuela de Logan –con Danny Huston-.
Para no perder el hilo, Wolverine, tuvo su secuela, en dónde se indagó su pasado en Japón, donde aprendió a controlar sus poderes y fuerzas, y lo conectaba a un presente, en el que tenía que enfrentar a la mafia yakuza. El film era levemente mejor que el primero y dejaba en la escena post créditos un guiño hacia lo que se venía. Magneto y Xavier, nuevamente juntos, solicitaban sus servicios. ¿Cómo hizo Xavier para volver a su antiguo cuerpo? ¿Por qué Magneto no está en prisión? No lo sabemos aún.
En fin, tras Primera generación, Vaughn, quién le devolvió la vida a los mutantes, se reúne con el primer director, Bryan Singer, y entre ambos deciden llevar a la pantalla Días del futuro pasado, un pastiche divertido, pero caótico, que juntaba ambas generaciones de mutantes. Personajes jóvenes y viejos se miraban de frente para salvar al mundo de un apocalipsis robótico. Esta realidad alternativa es muy distinta a la que presentaba el final de Wolverine inmortal.
Un final condescendiente, permite olvidar los errores cinematográficos, y por lo tanto, aquellos personajes que perecieron en La última batalla, están otra vez vivos, pero nunca realmente se entiende que pasó en este presente paralelo, cuyos hechos fueron resueltos en el pasado.
La buena respuesta de público y crítica sirvió para continuar la franquicia. Y le dio un respiro a Bryan Singer, que venía de fracaso tras fracaso. El próximo eslabón fue el más esperado. Apocalypse traía, por fin, al máximo villano X-Men –el Thanos del universo Vengadores- al cine por primera vez. Pero su concepción fue decepcionante. En primer lugar, Singer decidió continuar la franquicia en tiempo pasado. Así que aquellos que aventuraban ver al máximo rival enfrentando a Patrick Stewart no lo pudieron encontrar. Segundo, el personaje, interpretado por Oscar Isaac no tuvo la fortaleza esperada. Fue más débil de lo que se esperaba. Apocalypse en los cómics es inmortal, y acá era sometido por la adolescente Jean y Xavier.
Lo extraño es que en la diégesis de los films del 2000, los X-Men todavía no habían salvado el mundo. Por lo tanto, a partir de Días del futuro pasado, sucedió algo muy extraño: las acciones de los primeros films nunca sucedieron. ¿Se pueden borrar tres historias dentro de una misma franquicia, aunque esté justificado?
El público puede llegar a perdonarlo, porque la mayoría leen los films como piezas individuales, pero al pensarlo en forma grupal, como una sola saga, hay incongruencias, macguffins no explicados, que debilitan, por ausencia de información, el verosímil de toda la franquicia.
El final de la decepcionante, pero más lineal, X-Men Apocalipsis, daba pie para la realización futura de una nueva entrega –más cercana temporalmente- entre las obras de principios del siglo XXI y las del pasado. Incluso, las edades de sus actores comienzan a acercarse a la que tenían cuando comenzaron la saga.
¿Se hará, como anticipó la actriz Sophie Turner, una última secuela con el villano Dr. Siniestro –dueño de empresas Essex-que logre unir los puntos vacuos? ¿Qué lugar tendrán los nuevos mutantes, la legión que libera Wolverine en su última película que sucede en 2029? ¿Y hablando de legiones, se cruzará la subtrama de la serie Legión con los personajes de las películas? ¿Veremos el renacer del Fénix, pero sin Famke Jansen como Grey?
Logan no sólo no responde ninguno de estos interrogantes –ni necesita responderlos porque funciona como un OVNI en toda la saga-sino que siembra algunos nuevos. ¿Qué hizo Xavier unos años antes que terminó matando él mismo a todos los mutantes y paralizando a parte de la población?
Si Patrick Stewart y Hugh Jackman efectivamente se retiran –y deberían hacerlo, ya que sus personajes definitivamente mueren- de la franquicia, será muy difícil hacer una entrega intermedia. X-Men pasó de ser una saga convencional a un rompecabezas temporal con demasiados huecos que las propias historias no llenan. Ir a los cómics tampoco es una salida. Hay que leer cada film de manera independiente para disfrutarlo, y no relacionarlo con el universo Marvel de Los vengadores –que se une a este a través del personaje de Quicksilver, el hijo de Magneto, y que muere en Era de Ultron, aunque está interpretado por dos actores distintos-.
Las preguntas quedarán flotando. Aún es temprano para juzgar esta franquicia que rompió la verosimilitud de la diégesis con tantos universos paralelos. Porque si falta una pieza para completar el informe, esa es Deadpool.
Como ya se mencionó, la primera aparición del personaje fue en la primera Wolverine. Pero era una versión muy alejada del cómic, y que moría en el pasado. La nueva película dirigida por Tim Miller, descontracturó todo el género. Un personaje vulgar, autoconciente y que rompía la cuarta pared, jugando continuamente con el espectador. Sí, pertenece a los X Men, pero no es un mutante. Poco y nada podría vincularse esta comedia con el resto de la saga, pero aún así sigue dentro. Y dentro de un año estará lista la secuela.
X-Men es más grande que Los Vengadores y nunca necesitó reiniciarse de cero desde afuera. Siempre lo hicieron justificando cada incursión desde una narración confusa, pero que rompe con los moldes de lo que piden los mandamientos de Hollywood. X-Men es una franquicia mutante en todo sentido.