Los terremotos sucedidos hoy en Italia -de 6,2 en la escala de Richter- y en Myanmar -de 6,8 en la misma escala-, nación de la ASEAN también conocida como Birmania, transformaron en tendencia, una vez más, al movimiento de placas tectónicas de la tierra que genera sismos que ponen en riesgo millones de vidas humanas.
Los países que posan su estructura continental sobre distintas fallas de la corteza terrestre suelen sufrir, lamentablemente, el movimiento natural de las mismas. Chile, Japón y Las Filipinas fueron algunos de los países que, en el último tiempo, han sufrido terremotos de fuertes magnitudes.
En cada nueva oportunidad, la humanidad se ve abatida por hitos que no comprenden resistencia alguna. El ser humano no puede evitar los terremotos, porque la fuerza de la naturaleza está, muchas veces, por sobre nosotros. Pero los avances de la tecnología, destinados exclusivamente a estas temáticas, nos permiten conocer de antemano la existencia de vibraciones y movimientos de la corteza para intentar minimizar los daños, tomando las decisiones correctas en los momentos indicados.
La predicción de terremotos consiste en conocer -antes que suceda- no sólo la existencia del movimiento, sino además la magnitud del mismo y en qué lugar geográfico sucederá. El trabajo de predicción, en este caso, toma como referencia la variable más importante a nivel geográfico: dónde residen las fallas tectónicas que producen estos movimientos sísmicos. Información que, por suerte, ya tenemos. Éstos son la Falla de San Andrés, Falla de Nueva Madrid, el archipiélago de Hawaii y la costa de Alaska.
Luego, los centros de medición y predicción de terremotos cuentan con los dispositivos necesarios como para poder dar aviso a los entes públicos con algunos minutos de anterioridad. La evidencia más notoria de movimientos tectónicos son los patrones de sismicidad -medidos con sismómetro-, pero también es importante reconocer otros factores: campos electromagnéticos, movimientos del suelo, condiciones meteorológicas, nubes extrañas, nivel de concentración de ciertos gases en el suelo o agua subterránea, las fases de la luna y, hasta, el comportamiento de los animales.
Lamentablemente, la predicción de terremotos es de tan solo minutos -máximos horas- previas al hecho. Por lo que los entes públicos, y la sociedad a la que representan, deben estar muy bien entrenados para reaccionar ante estas catástrofes naturales. La comunicación es clave.
Y es en la comunicación que la tecnología hace la diferencia. Los avances nos han permitido estar más comunicados que nunca. En los terremotos de Japón y Chile, las redes sociales funcionar como medio de comunicación entre seres queridos implementando, incluso, sistemas especiales para avisar a todos que el usuario estaba “bien”.
Una vez más, la tecnología le es funcional a la humanidad. Ya sea para conocer de antemano lo que puede pasar -terremotos, en este caso-, como para comunicar a la población los pasos a seguir y mantenerse en contacto con los afectados.