Argentina fue víctima del populismo, pero no sólo los últimos 8 años del gobierno kirchnerista, sino muchas otras tantas veces en nuestra vida democrática y de facto. Esa necesidad tan nuestra de desear que algún líder iluminado, honesto, inteligente, y bondadoso -claramente no va a llegar de este mundo- venga y solucione cual Merlín todos nuestros males, no es más que el abono perfecto para más populismo, y así se perfecciona un círculo vicioso del que se complica salir.
Hemos vivido en la mentira los últimos 8 años!
Desde la toma del INDEC en el 2007 Argentina dejó de tener cifras confiables, no podemos comparar si estamos mejor o peor porque simplemente las series estadísticas “no son comparables” por propia recomendación del citado organismo.
Las tarifas de servicios se encontraban congeladas y controladas, a pesar de la alta inflación, incluso aquella aceptada por el propio gobierno. Así es que era común el caso de usuarios de electricidad que pagaban mensualmente el equivalente a dos paquetes de cigarrillos. Hasta el referente económico del candidato del FPV, Miguel Bein, aseguró sobre el tema que La agenda del gobierno es la correcta y ya en 2015 había asegurado que las tarifas, para poder pagar los costos deberían multiplicarse 5 o 6 veces.
Quienes se horrorizan y se oponen al llamado sinceramiento tarifario no pueden explicar sin embargo, cuál sería el principio de equidad que hace que quienes están en el interior del país hace ya años que pagan precios más altos y cercanos al costo real de la energía, ni tampoco que aquellos que ni siquiera tienen acceso -por ejemplo- al gas de red, terminan pagando la tarifa completa y subsidiando al vecino de Barrio Norte.
Tal fueron los desaguisados, que en épocas que el petróleo baja su precio, en nuestro país lo debemos pagar -consecuencia de contratos y resoluciones estatales- al menos un 50% más que el promedio mundial, y encima aparecen barcos fantasmas -embarques que se pagaron, pero barcos que nunca llegaron a puerto- cuando se analizan las importaciones de gas licuado para inyectar a la red nacional por parte de ENARSA y el Ministerio de Planificación del anterior gobierno.
Tal el descalabro que cuando se quiere comenzar a poner las cosas en orden, una parte de la política -principalmente funcionarios del anterior gobierno que no tomaron nota que perdieron las elecciones- aseguran que estamos viviendo una situación económica de dimensiones catastróficas! Aseguran que se perdieron por despidos indiscriminados en el Estado -eufemismo para el personal con contratos por tiempo determinado que no fueron renovados- no menos de 100.000 empleos y otro tanto en la actividad privada. Sin embargo, en el 2014 un año también complicado en lo económico por la devaluación y falta de dólares producto del “cepo” se perdieron casi el doble. De hecho el índice de la actividad económica nos dice que estamos mejor hoy que en Agosto del 2014. Y sin embargo, no se escuchaban predicciones apocalípticas en esos momentos, menos por parte de quienes hoy las propalan.
Asi y todo, el índice de inflación de agosto dio 0.8%, lo cual indicaría por primera vez una desaceleración de los aumentos de precios desde el 2014, y también parecen comenzar a reactivarse las exportaciones de bienes manufacturados, al menos eso indican los datos del primer trimestre contra igual período del año anterior. Ambos datos son buenos augurios para el gobierno de Cambiemos y para todos los argentinos.
Los argentinos podemos dejar que nos mientan y nos engañen, estamos en nuestro derecho de vivir una mentira, lo que no podemos es no hacernos cargo de las consecuencias. Estamos pasando por el momento en que después de vivir de desarreglo en desarreglo llega el médico y nos pone a dieta, seguro será un trago amargo, nos fastidiará, hasta podemos sentirnos incluso peor físicamente, pero de lo que no puede haber dudas es que la culpa no la tiene el médico.