En octubre de 1912 apareció en la revista All Story Magazine, una historia escrita por Edgar Rice Burroughs acerca de un muchacho criado por gorilas en medio de la selva, convertido en el rey de la jungla, llamado Tarzán. El éxito de este personaje permitió que el autor transformara este historia en una novela llamada Tarzán de los monos, que fue un gran suceso, dándole fama y fortuna al auto, que publicó 23 novelas más, aunque algunas fueron escritas por discípulos, posteriormente al fallecimiento de Burroughs.
Desde 1918 hasta la fecha, el mítico protagonista de esta serie literaria ha tenido casi 120 adaptaciones en formato audiovisual, ya sea cine o para tv, con una versión definitiva en 1984 titulada, Greystoke, la leyenda de Tarzán de los Monos, protagonizada por Christopher Lambert y dirigida por Hugh Hudson. Un éxito de taquilla y clásico vespertino de los años 80.
Tras una versión animada de Disney en 1999, Hollywood vuelve a poner el ojo en Lord Clayton III de Greystoke, el descendiente de una familia noble inglesa, criado en el corazón de África, pero esta vez, por suerte, deciden darle un interesante giro narrativo para no aburrir al público con la misma historia.
El relato comienza a fines del siglo XIX, el rey Leopoldo de Bélgica manda al Capitán León Rom al Congo para formar colonias, esclavizar nativos y buscar preciados diamantes. Pero, Mbonga, Jefe de una tribu oculta en medio de la jungla, solo cederá su diamantes a cambio de que Rom le lleve a un hombre: por supuesto, Tarzán. En Londres, el ex habitante de la selva, vive una pacífica vida aristocrática junto con su esposa Jane, pero los políticos ingleses desean averiguar un poco más sobre las actividades de Rom en el Congo, así que le solicitan a John que regrese a África, ya que nadie conoce los secretos del corazón del continente como él.
David Yates, director de las última cuatro películas de Harry Potter, y próximo a estrenar Animales fantásticos y donde encontrarlos, la nueva obra de J.K. Rowling, concreta su obra más personal hasta la fecha. Ayudado por un excelente uso de tecnología CGI para capturar los movimientos de los animales y reconstruir la jungla así como facilitar movimientos sobrehumanos para el protagonista, el realizador construye un relato clásico, inspirado en los folletines originales, la moraleja ecológica y el espíritu de aventura de los seriales de los años 30 y 40.
Uno de los mejores logros de esta producción es la forma en que fantasía y personajes reales se cruzan para darle mayor “verosimilitud” a la historia. Todo lo referente a Rom, es prácticamente real. No solo existió este personaje –a quién Waltz compone como una continuación de su inmortal Hans Landa de Bastardos sin gloria- sino también George Washington Williams, el personaje de Samuel L. Jackson, un emisario del gobierno estadounidense que debe notificar acerca de la esclavitud en el Congo. Williams se convierte en aliado de Tarzán y el contraste entre ambos intérpretes, deriva en una suerte de buddy movie.
Con un acertado clima de aventura que remite a Las minas del rey Salomón, las primeras entregas de La momia con Brendan Fraser, King Kong y, en menor medida y calidad artística, a la tetralogía de Indiana Jones, de Spielberg con Harrison Ford, La leyenda de Tarzán se para sobre las columnas de la mitología y la épica clase B para construir un entretenimiento asegurado y muy divertido. Un punto de vista distinto de una historia mil veces narrada.
Alexander Skarsgard como el protagonista sostiene el relato gracias a su fría expresividad y un trabajo netamente físico. Margot Robbie y el resto del elenco acompañan sólidamente al intérprete sueco, en esta notable y sorpresiva obra, que no pretende ser más de lo que es, una vuelta al Tarzán superhéroe que puede enfrentar a los más peligrosos animales, especialmente el hombre. El rey de los monos regresa con gloria.