En 1972 el actualmente olvidado Sidney Pollackdirigió a Robert Redford en La ley del Talión -Título Original: Jeremiah Johnson-. La historia giraba en torno a un personaje que a mediados del siglo XIX abandona la civilización y va a vivir a las Montañas Rocallosas. Allí aprende a naturalizarse, convivir con lo extremo, temperaturas bajas, nieve, animales salvajes, autoabastecerse por medio de la caza y conocer y entablar relación con las tribus originarias del lugar. Un excelente guión de John Milius fue la base de aquella notable película de Pollack.
En diciembre de 2015 ve la luz en Estados Unidos El renacido - The Revenant- filme dirigido por Alejandro González Iñárritu. Los paralelos entre ambos filmes son notables. González Iñárritu escribe el guión junto a Mark L. Smith basándose en la novela The Revenant: A Novel of Revenge de Michael Punke de 2002. La idea de llevarla a la pantalla surgió antes de la aparición del texto cuando en 2001 ya Akiva Godsman había comprado los derechos para cine. Un par de directores quedaron por el camino - Park Chan-wook y John Hillcoat- hasta que el mexicano se hiciera cargo del proyecto.
Al igual que Pollack, Iñárrituescoge a un bonito de la pantalla como protagonista.
La historia narra la odisea del trampero y explorador Hugh Glass, Leonardo DiCaprio -actor que demuestra que a cada nuevo trabajo madura como intérprete-, quien forma parte de un grupo de cazadores y exploradores que son atacados y atracados por una tribu que roba sus pieles. La tensión entre los sobrevivientes se siente especialmente entre Glass y John Fitzgerald,excelente composición de Tom Hardy. Luego de este ataque, el grupo queda reducido, Glass se convierte en conductor del grupo a disgusto del mencionado Fitzgerald yen la travesía es atacado por un feroz oso grizzly que lo deja mal herido. En este momento el antagonista de Glass decide abandonarlo a su suerte. Herido, comienza a utilizar lo que tiene a mano para recomponerse, para naturalizarse de la misma forma que lo hacía Jeremiah Johnson.Aire, tierra, agua y fuego son utilizados por el protagonista. El agua sirve tanto como un refugio ante un ataque como para continuar avanzando, o como un medio proveedor de muerte o de vida. El fuego parece querer tomar su parte, lo mismo el aire transformado en ominoso viento. La tierra aporta el lugar seguro para recuperarse, provee alimento pero no hay que estar mucho sobre ella. Para sobrevivir se deben conquistar los elementos y el humano debe ser parte de la naturaleza, lección aprendida de los pueblos originarios. Fitzgerald, cristiano fanático, tiene otras ideas y de a poco se van descubriendo tanto sus manipulaciones y mentiras como también sus crímenes. El camino de recuperación de Glass va mutando en el camino de la venganza, otra vez la Ley del Talión.
Para El renacido Iñárritu escoge un estilo preciosista donde la naturaleza adquiere la entidad de personaje protagónico, el agua, la nieve, los animales salvajes, todo tiene suma importancia. Como en los westerns clásicos es el hombre dentro del paisaje, es el pionero en tierra virgen, lo blanco de la nieve es la carencia de texto. La época anterior a la épica del oeste, los tiempos de las armas de chispa de un solo disparo, la convivencia con los indios como sucedía en el citado filme de Pollacko en Más allá del ancho río - Across the Wide Missouri, 1951, de William A. Wellman- por citar dos ejemplos. La escena del primer ataque remite al potente filme Hacia otros mundos - Northwest passage, 1940, King Vidor- y los atacantes que no son vistos a La patrulla perdida - The Lost Patrol, 1934, John Ford-.
Párrafo aparte merece el ataque que sufre el protagonista por parte del oso grizzly, quizás el mejor realizado en la historia del cine hasta este momento.
Las nominaciones al Oscarde El renacidoson lógicas y esperables, sorprende que entre tantas no se encuentre el dúo conformado por Carsten Nicolai y Ry?ichi Sakamoto por banda de sonido original, ya que su música minimalista y por momentos inquietante que acompaña a las imágenes se encuentra sin dudas entre lo mejor de esta obra junto a la perfecta fotografía de Emmanuel Lubezki-retrata el helado paisaje de Ushuaia en la Patagonia Argentina utilizado en algunas escenas con mano maestra-.
Más allá de ciertas redundancias en el guión, la historia avanza y transcurre dentro de un efecto aletargado que recuerda a Terrence Malick pero que se justifica por los tiempos internos de los personajes, un tiempo donde valía más la rapidez para recargar un solo tiro que la velocidad o la precisión en dispararlo.
Una odisea interior plasmada en el exterior.